NO ES LA PRIMERA VEZ QUE SAN FERNANDO SE QUEDA SIN COFRADÍAS EN SEMANA SANTA

Ahora que estamos ante una situación extraña porque nos encaminamos hacia una Semana Santa sin cofradías en las calles, puede que nos asalte el sentimiento de la nostalgia o incluso el de la tristeza. Una circunstancia que los cofrades hemos aceptado, incluso antes de confirmarse la noticia. Era algo que se veía venir. Y esta aceptación resignada nos ha venido fundamentalmente porque ahora la preocupación de todos es alcanzar el fin de esta pandemia. 

Pero si repasamos nuestra historia, veremos que nos es la primera vez que esta ciudad de San Fernando --y antes Real Isla de León— se queda sin procesiones en su Semana Santa.

Bebiendo en la historia que aparece en la web del Consejo de HH. Y CC. y volviendo a releer  la “Historia de las Hermandades y Cofradías Isleñas” de nuestro admirado Fernando Mósig Pérez, podemos comprobar como nuestras hermandades pasaron por años difíciles. Algunas de esas dificultades fueron motivadas por razones políticas o económicas del país. Otras, se debieron a las propias crisis internas de nuestra corporaciones, que las hacia caer en etapas de decadencia.

Los años más difíciles

Entre los años que resultaron ser realmente complicados en nuestra ciudad, para las procesiones de Semana Santa, podríamos destacar unos cuantos, como fielmente nos lo han transmitido nuestro historiadores locales. En algunos casos no fue cosa de un año, sino de varios años seguidos.

Así por ejemplo, en 1801 no salieron las cofradías por problemas económicos y demográficos, causados por las peste amarilla acaecida el año anterior.

Durante el asedio francés (1810-1812) tampoco hubo procesiones en la Real Isla de León. Pero aunque hubo prohibiciones de salidas procesionales, nuestras hermandades no sufrieron los terribles expolios como ocurriera en Sevilla y Málaga.

También fueron prohibidas las procesiones durante el trienio liberal (1820-23) y en los dos años siguientes (1824-25) por motivos de orden público.

Las medidas políticas del país también dañaron la existencia de las cofradías, como la exclaustración eclesiástica (1835), la desamortización de Mendizábal(1837) y las leyes supresoras del general Espartero (1841). Años muy complicados en los que nuestras cofradías finalmente lograron sobrevivir. Y las crisis económicas, que también se reflejaron en las hermandades, como la de finales del s.XIX.

Durante la Primera República (1873-74), las procesiones también se prohibieron. 

Más recientemente, en 1931, con la Segunda República (1931-1936) las hermandades dejan de salir. No salieron en 1932 y 1933. En 1935 salieron sólo la Vera Cruz y el Nazareno y en 1936 no salió ninguna.

Hubo que esperar a la posguerra para que las salidas penitenciales de San Fernando se normalizaran con nuevas fundaciones de hermandades y con las reorganización de las históricas. Así por ejemplo, se fundan Los Estudiantes (1939), la Caridad (1942), Oración en el Huerto (1943), Medinaceli (1945), Cristo del Perdón (1953), Ecce Homo (1955), Jesús de la Misericordia (1957) y Entrada en Jerusalén (1963). Y se reorganizan Expiración (1940), Santo Entierro (1942)..., resurgiendo también las antiguas cofradías isleñas.

Y así hasta el presente año de 2020 en el que escribiremos una nueva página triste en la historia de la Semana Santa de San Fernando, al no poder presenciar por nuestras calles los cortejos de nuestras cofradías.

Vicisitudes de las hermandades históricas 

La Soledad. 1747

Desde finales del siglo XVIII, esta procesión se intentó hacerla siempre conjuntamente con la Cofradía del Santo Entierro, como solía hacerse en otras ciudades. En el s.XX se hace hermandad mariana, al estar extinguida la Cofradía del Santo Entierro. En su cortejo en esta época no formaban hermanos penitentes. Tras la guerra civil, la Hermandad fue renovada, normalizando sus salidas procesionales. En 1940 cambia el paso de templete por un nuevo paso de mayores dimensiones. En 1965 se incorpora el nuevo misterio de Castillo Lastrucci. 

Jesús Nazareno. 1768

En 1820 se extingue. Fue renovada en 1830 y nuevamente en 1876, aprobándose nuevas reglas y efectuando desde entonces su procesión con regularidad en la madrugada del Viernes Santo. En el primer tercio del siglo XX, la Hermandad de Jesús Nazareno vivió una etapa de esplendor. A pesar de las dificultades, fue la única hermandad, junto con la de la Vera Cruz, que procesionó en 1935, durante la Segunda República, aunque haciéndolo sus hermanos en traje de calle. Ya en la posguerra, la cofradía va experimentando una notable evolución. En los años 40 adquiere nuevos pasos incorporando el paso de palio.

La Vera Cruz. 1784

La primera etapa histórica de la cofradía de la Vera Cruz fue muy irregular y accidentada, extinguiéndose de hecho en dos ocasiones y restableciéndose otras tantas en los años 1801 y 1805. La Hermandad volvió a extinguirse en la década de 1820, permaneciendo en este estado durante setenta años. En el año 1891 la cofradía se refundó definitivamente por jefes y oficiales de la Armada, saliendo en procesión en 1893, por primera vez en su historia. Estuvo saliendo de 1893 a 1903. De 1904 a 1913 no procesiona, salvo en 1907 que sí lo hace. En 1902 salió en Martes Santo. Vuelve a procesionar de 1914 a 1931 en que llega la segunda República. Fue la única hermandad, junto con la del Nazareno, que procesionó en 1935, durante la Segunda República. Tras la posguerra normaliza sus salidas procesionales.

El Santo Entierro. 1795

Las décadas centrales del siglo decimonono fueron las de máximo apogeo de esta hermandad. En 1835 cae en declive. Tuvo varias reorganizaciones como la de 1841 o 1852. Permaneció extinguida en la primera mitad del s.XX. Tras varios intento frustrados, se reorganiza definitivamente en 1942 tras la guerra civil, normalizando su situación. En 1970 incorpora un paso de palio y en los años 90, con el estreno del paso del Señor Yacente y la reforma de su cortejo, experimenta la transformación más importante.

La Expiración. 1796

Las principales dificultades que tuvo que afrontar esta Hermandad durante la centuria decimonónica fueron, como todas las cofradías, las de índole económico y, particularmente, las derivadas de la exclaustración de los religiosos franciscanos. De 1836 a 1839 estuvo extinguida y encontró serias dificultades para su reorganización en San Francisco por la oposición del clero castrense que había sustituido a los frailes, llegando a sopesar la posibilidad de un traslado a la Iglesia Mayor Parroquial.

A pesar de las dificultades del siglo XIX, la hermandad fue de las más regulares en su estación de penitencia. Tuvo vida normal de 1839 a 1934. Conoció años de auge en la década de los años 1920, con la dictadura de Primo de Rivera, pero esta situación favorable se cortó al proclamarse la Segunda República. De 1934 a 1940 no tiene actividad. En 1940 se restablece, volviendo a salir al año siguiente. Se convierte en Hermandad de Silencio y desmonta el calvario para incorporar un paso de palio.

La Columna. 1893

Inauguró el Domingo de Ramos en 1896, aunque en algún año salió el Martes Santo. Apenas transcurridos diez años de su fundación, se sumió en una grave crisis. No efectuó salida procesional durante los primeros tres lustros del siglo XX, reanudándola en 1916. Estuvo saliendo de 1916 a 1931, etapa de consolidación y esplendor con el estreno de nuevos pasos y enseres. En 1931, con la Segunda República deja de salir. Tras la posguerra experimenta una gran recuperación convirtiéndose en la cofradía innovadora de la ciudad. Fue la primera en cambiar el templete de su dolorosa por un paso de palio en 1939 y el del Señor por otro de estilo sevillano en 1941. No obstante, los años 60 supusieron graves dificultades económicas para la corporación, que no pudo efectuar su estación de penitencia en un par de ocasiones (1965 y 1967).

Un paseo por la historia

Transcribimos aquí, de forma resumida, los momentos históricos de nuestras cofradías, tal como nos lo refleja Fernando Mósig en su citada obra:

Recordemos que al finalizar la Edad Moderna en España, en nuestra Real Isla de León se habían fundado tan sólo cinco cofradías de penitencia más dos órdenes terceras. Las típica que se solían dar en casi todas las localidades: Virgen de la Soledad (Parroquia del Castillo, 1747), Jesús Nazareno (Iglesia Mayor, 1768), Vera Cruz (Capilla del Santo Cristo, 1784), Santo Entierro (Capilla de la Salud, 1795) y Expiración (Hospicio de San Francisco, 1796). Y las órdenes terceras de San Francisco (Parroquia del Castillo, 1739) y Nuestra Señora de los Dolores-Servitas (Iglesia Mayor, 1759).

La primera mitad del s.XIX supuso un decaimiento para las hermandades, reflejo de la inestabilidad de la nación y la Iglesia entre 1808 y 1843 aproximadamente. Aunque la Real Isla de León (Ciudad de San Fernando, desde 1813) no sufrió, como Sevilla o Málaga, la invasión del ejército napoleónico (1808-1813), sí conoció luego la exclaustración (1835), la desamortización (1837) y las leyes supresoras esparteristas (1841). Las hermandades de penitencia lograron sobrevivir reorganizadas. Hubo entonces intentos de traslado de sede canónica, pero sólo una se materializó: la Cofradía del Santo Entierro que pasó en 1830 a la iglesia conventual del Carmen. 

La época Isabelina (1843-1868) y, sobre todo, las casi seis décadas de la Restauración borbónica (1875-1931), contribuyeron a consolidar a las hermandades. Marinos de guerra, primero, y clases medias civiles, después, accedieron al gobierno de estas asociaciones y las impulsaron enfáticamente. Se refundó la antigua cofradía de la Vera Cruz (Capilla del santo Cristo, 1891) y se fundó la nueva del Señor de la Columna (Iglesia Mayor, 1893). 

Las crisis económica de finales del XIX y los problemas derivados del desastre de 1898, sobre todo la crisis del sector naval, se reflejaron en las hermandades y cofradías durante los tres primeros lustros del s.XX. Sin embargo, desde la segunda década de esa centuria y , sobre todo, con la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), estas corporaciones experimentaron un auge insospechado y una notable brillantez en sus cultos y procesiones. Los cortejos procesionales de esta época seguían el modelo gaditano, aunque ya había atisbos de la influencia sevillana. La procesión de Jesús Nazareno llegaba hasta la Iglesia del Carmen, la del Señor de Columna hasta el Patio cambiazo y la de la Vera Cruz llegaba hasta la Alameda. 

Durante la Segunda República (1931-1936), las cofradías pudieron llevar una vida cultual interna normal, aunque sólo efectuaron procesiones públicas las de la Vera Cruz y Nazareno en la Semana Santa de 1935. No hubo en la ciudad los furibundos ataques a  templos que se conocieron en Cádiz, Sevilla o Málaga, pero sí hubo un descenso en el número de hermanos.

Ya con el régimen confesional de Franco (1936-1976), estas corporaciones conocieron una etapa de impulso, fomento y esplendor. El nacional-catolicismo de la posguerra trajo estabilidad a las hermandades. Se registraron numerosas fundaciones: la de Los Estudiantes (Santo Cristo, 1939), Virgen de la Caridad (San Francisco, 1942), Oración en el Huerto ( Divina Pastora, 1943), Medinaceli (Iglesia Mayor, 1945), Cristo del Perdón (Inmaculada, 1953), Ecce Homo (Divina Pastora, 1955), Jesús de la Misericordia (Divina Pastora, 1957) y Entrada en Jerusalén (Colegio de la Salle, 1963).

Bibliografía consultada:

MÓSIG PÉREZ, Fernando (2005). “Historia de las Hermandades y Cofradías Isleñas”. San Fernando.

WEB del Consejo de HH y CC de San Fernando. Recuperado de https://www.hermandades-de-san-fernando.org/hermandades-de-la-isla/historia-del-consejo.html