SAN JOSÉ Y SU PROTECCIÓN EN LA EPIDEMIA DE LA FIEBRE AMARILLA

En estos días estamos permaneciendo en casa para seguir todas las medidas que nos han recomendado. Sabemos que al cuidarnos, también cuidamos a los demás. Pero el creyente también debe apoyarse en la oración y en la intersección de nuestras sagradas imágenes. Son días en los que se van sucediendo, de forma espontánea, numerosos cultos de rogativas por los que se pide el fin de la pandemia.

Ya nuestra localidad pasó por casos como los que estamos viviendo, como la epidemia amarilla de 1800. En aquellos momentos nuestros regidores se encomendaron al Patriarca Señor San José y no estaría de más que esta encomienda se volviera a repetir en estos días.

Transcribimos a continuación, casi íntegramente, los textos que nos relatan este triste suceso, extraídos de la propia web de la Esclavitud de San José.

  

La epidemia de 1800

En el año de 1.800, la ciudad de San Fernando (por entonces llamada Real Isla de León) sufrió una epidemia de " fiebres malignas y vómito prieto" que llegó en buques procedentes de Vera-Cruz (Golfo de México) de las Costas de Tierra Firme, de La Habana y de las Antillas de Barlovento. Ya en la travesía algunos murieron y tuvieron que ser arrojado al mar. El Puerto de Cádiz fue el destino de estos buques. Los primeros casos en Cádiz se dieron en el barrio de Santa María y produjeron la desbandada a los pueblos del interior de numerosos gaditanos, llevando consigo el contagio. Era el mes de julio de 1.800 y hasta octubre del mismo año murieron en Cádiz 7.377 personas. 

Algunas ciudades cortaron las comunicaciones como Puerto Real, Chiclana de la Frontera, Puerto de Santa María o Jerez de la Frontera, pero en la Real Isla de León “se dio el quebranto a boca de jarro”, como dicen antiguos historiadores. La Isla recibió de lleno todo el mal.

El 22 de Agosto de 1.800 se reunió en La Isla la Junta de Sanidad Departamental, con médicos navales y civiles, que acordaron el aseo inmediato de calles y barriadas, uso de aguas puras mezcladas con vinagre, ventilación, riegos... Pero sobre todo había que impedir la entrada de enfermos, para lo cual ya era tarde. No obstante se cerraron las entradas a la ciudad, tanto por tierra como por mar: Puente de Zuazo, Saporito y Caño de Herrera. 

Dos médicos recorrían la ciudad día y noches para asistir a las familias afectadas. Se construyó un carromato mortuorio para enterrar a los fallecidos en el cementerio de emergencia que se abrió en el Pago del Pedroso. Y es que en San Fernando fallecieron por la epidemia más de 4.000 almas. Curiosamente los enfermos eran llevados para su cura al antiguo Hospital de San José, hoy Instituto de San José.

Eran tantos los enfermos que también tuvieron que habilitar el hospicio de los Franciscanos, actual Iglesia Castrense de San Francisco de Asís. Para el auxilio de los Sacramentos se habilitó la Capilla del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y la ya desaparecida Capilla de Ntra. Sra. de la Salud.

El estado en La Isla era angustioso. El historiador Fernando Mósig Pérez afirma que los regidores isleños rogaron a Jesús Nazareno para que frenase la epidemia, sacándolo en procesión votiva. Sin embargo el milagro no llegó. Decidieron entonces acudir al Patriarca Señor San José, venerado por el pueblo desde hacía años y al que se le quería otorgar el título de Patrón de la Villa. 

Sea como fuere, el 15 de septiembre de 1.800 el ayuntamiento acordó pedir la intersección del Sacratísimo San José. Era alcalde de la Villa, D. Juan de Aldama. El 19 de octubre de 1.800 se hizo la petición a San José en una Solemne Función celebrada en la Iglesia Mayor. Y el milagro ansiado llegó. La epidemia comenzó a retroceder y los regidores entusiasmado decidieron agradecer el milagro instituyendo un juramento o Voto que se llevaría a cabo en la festividad de los desposorio de San José y la Virgen (26 de Noviembre), realizándose anualmente en esa fecha una Solemne Función votiva en honor al Patriarca. De la misma forma el ayuntamiento se comprometía a asistir a la Función del 19 de marzo.

También se colocó una lápida junto al altar del Patriarca con el juramento o voto realizado, y aún continúa allí. Otra de las medidas adoptadas por el ayuntamiento como agradecimiento a San José fue mandar a pintar un lienzo en el que aparecía todas las autoridades civiles y religiosas de la época, bajo el amparo del Santo. Su autor, Francisco Javier Reidmayer, lo entregó en 1.801 colocándose en el salón de plenos del ayuntamiento el 26 de abril de dicho año. 

El ayuntamiento encontró en el milagro la excusa perfecta para volver a solicitar el nombramiento de San José como Patrón de la Villa, y poder por fin desligarse religiosamente de Cádiz. En 1.800 comenzaron de nuevo los trámites, contándose, esta vez sí, con el apoyo de la Iglesia, atónita ante el poder mediador del Patriarca. En 1.802 llegaron noticias de la Santa Sede, siendo Papa Pío VII (1800-1.823), el Pontífice que coronó al Emperador Napoleón Bonaparte y a su esposa Josefina. Un primer Breve Pontificio con fecha de 22 de enero de 1.802 concedía indulgencias plenarias a quien asistiera al ejercicio de la oración de las cuarenta horas en la Iglesia Mayor donde se hallaba el Patriarca. Otro Breve Pontificio del 9 de Febrero de 1.802 concedía de nuevo indulgencias plenarias a quien asistiese a las fiestas Josefinas, que eran las dos Funciones del 19 de Marzo y la del Voto del 26 de Noviembre y a los cultos del Patrocinio de San José sobre la Iglesia Católica. Pero también este Breve concedía el Patronazgo de San José sobre la Real Isla de León, siempre y cuando se venerase a los Santos Servando y Germán como Co-Patronos de la Villa.

Bibliografía consultada:

WEB de la  Esclavitud de San José, de San Fernando. Recuperado de http://www.patronsanjose.net/Menu/Historia/El%20Voto%20y%20el%20Patronazgo/el-voto-y-patronazgo.html